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No todos los días sacamos adelante esas tareas que con tanta determinación nos habíamos propuesto. Incluso, la noche anterior, las habíamos dejado por escrito, como si aquello fuera garantía de algo. Pero la planificación inicial se va al traste una vez más y no logramos tachar ni una sola de las tareas de la lista. Déjame adivinar: lo urgente se ha comido lo importante. Y ahí empieza todo; la jornada de trabajo empieza a caer en picado. Termina el día y las cosas por hacer.
Una gran avenida
En días improductivos siento que estoy recorriendo a pie una avenida principal en una gran ciudad. En un aparente orden de transeúntes que van y vienen con decisión de un lugar a otro, si uno observa detenidamente, realmente reina un poco el caos.
En esta avenida intento ir a mi ritmo, pero en más ocasiones de las que quisiera no tengo más remedio que adecuar mi paso al de los demás, que de vez en cuando se detienen y me obligan a pararme también bruscamente. Hay quien se cruza en el camino, sin avisar, invadiendo mi espacio. Yo llevo conmigo un plan claro, pero aquellos que caminan «conmigo», realmente a lo suyo, lo modifican constantemente. En esa gran avenida me encuentro a personas conocidas que se paran a hablar conmigo. Y la conversación se alarga más de la cuenta. Y llego tarde a mi destino. O no llego siquiera.
La avenida es un día cualquiera de trabajo. Mi ruta es mi lista de tareas; las propias. Y las personas que aparecen en el camino durante el día, son tareas, pero ajenas. Como decía en la introducción, seguramente se trata solamente de urgencias, no cosas importantes que resolver. No es esta un crítica a las personas que caminan con nosotros, sino a la gestión que hacemos de las tareas que traen consigo y que no estaban en nuestro plan inicial.
Afortunadamente, los días en la gran avenida son la excepción. Y si no lo son, hay que cambiar de medio de transporte, ahora sí, con urgencia.
Viajar en tren
En días productivos imagino que voy en tren. Y no necesariamente recorriendo un país de punta a punta a 300 km/h en un tren bala ultramoderno. Un tren regional estándar también me sirve para dejar volar la imaginación.
Voy cómodo en el tren, con velocidad constante, con un destino claro y directo. Lógicamente conozco la estación de la que he partido, pero también conozco la estación de destino. E insisto en que no importa tanto la velocidad, como el hecho de mantenerla constante. Lo fundamental es que la vía está libre y no hay atascos. No hay sorpresas.
Durante mi viaje en tren nada puede detenerme y el trabajo lo realizo con normalidad. Lo hago concentrado y hasta me puedo permitir el lujo de mirar por la ventana junto a mi asiento y disfrutar del paisaje. Nada logra distraerme fácilmente. En este día que se presenta productivo he apostado por la la previsión porque, además, tengo asiento reservado. En ventanilla siempre, por supuesto. Los pasajeros que hay sentados a mi alrededor y los que utilizan los pasillos difícilmente pueden interrumpirme. Todos tienen también su plan personal para hoy.
La ruta está marcada y despejada, y no hay modo alguno de salir de ella. Los cambios de planes o de dirección son improbables o en todo caso han sido convenientemente programados, con suficiente antelación para poder reaccionar a tiempo.
Desafortunadamente, los días en tren tampoco son la norma. Pero merece la pena hacer un esfuerzo de organización y planificación para que así sea. Propongo a continuación un brevísimo checklist para hacer nuestro viaje seguro y productivo. Y en tren. Siempre en tren.
Checklist para un viaje seguro (y productivo) en tren
- Traza una ruta. Necesitas un plan, un destino. Uno no se sube a un tren sin saber adónde va. Define tus objetivos para hoy.
- Reserva un asiento. No dejes nada a la improvisación. Eres tú quien define las normas de trabajo. Que nadie organice por ti.
- Ponte cómodo. Asegúrate de que tienes todos los recursos necesarios para iniciar el viaje. Asegura la comodidad en tu espacio de trabajo.
- Evita los transbordos. No te salgas de la vía. No admitas las urgencias. Lo que no está en la lista, no se hace. Si aparece una nueva tarea, evalúala antes de ponerte con ella.
- Aprovecha la velocidad constante. Sigue tu ritmo, no el que los otros marcan. Una cosa detrás de la otra. Di no a la multitarea.
- Escribe un diario de viaje. Simplemente anota el proceso, documenta el progreso. ¿Sabes todo lo que has hecho hoy? ¿Cómo ha ido el viaje? ¿Cómo ha ido el día?
- Disfruta del paisaje. Trabaja duro, haz descansos y disfruta del viaje.
Además, es cierto que me encanta viajar en tren.
Fotografía «Vías del tren» | Tama66 en Pixabay
Fotografía «Gente» | B_Me en Pixabay
Fotografía «Tren» | SCR3AMFR3AK en Pixabay
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