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Hace ya tiempo que empezamos a almacenar y organizar nuestra vida y trabajo en formato digital. Muchos métodos y herramientas de organización nos ayudan a administrar las tareas personales y de trabajo, optimizan la gestión de nuestra agenda y recomiendan trucos para ser más productivos. Quizá utilizamos una aplicación para las tareas, un programa para el calendario o un sistema de archivos; o seguramente los tres, todas en soporte digital.
En general, estas herramientas se centran en organizar elementos que son abstractos. Lo que allí guardamos son solo ideas, «cosas que hacer» que ni siquiera existen materialmente. Y somos nosotros los responsables (o culpables) de ponerlas allí. Nuestro día a día se rige por lo que allí registremos y mantener un orden digital es fundamental.
Sin embargo, no puede haber orden digital si no existe también un orden físico a nuestro alrededor. Es difícil sentirse totalmente satisfecho por una buena organización de las tareas si el lugar de trabajo no goza también de un orden. El escenario también importa.
Además de mantener una buena organización en las tareas que realizamos, hay también una serie de cuestiones de orden físico y ergonomía que deberíamos cuidar.