Twitter es una red social con más de 300 millones de usuarios activos. En ella se envían otros tantos millones de tuits al día. Y aunque la cantidad de información a la que podemos estar expuestos puede ser potencialmente alta, dependerá del número de cuentas a las que sigamos. En cualquier caso, si nos interesan decenas o cientos de usuarios, ya tenemos trabajo por delante.
Muchos de nosotros utilizamos Twitter como fuente de información. Allí leemos titulares que enlazan a noticias y artículos en blogs. En mi caso sigo a un buen número de usuarios que publican contenido que me interesa (aunque casi estoy seguro de que convendría hacer una buena revisión). Sean cuales sean las cifras, Twitter puede ser también una fuente de distracción constante. El timeline en el que aparecen todos los tuits que publican nuestros contactos puede convertirse en un pozo sin fondo. De hecho es demasiado fácil caer en la trampa del scroll infinito.
Y es que en ocasiones solo queremos acceder a nuestro perfil para tuitear algo nuevo.
En la primera parte de esta serie de posts introduje seis herramientas que me permiten trabajar de forma más eficaz y eficiente. Son aplicaciones que he ido introduciendo poco a poco; unas llevan años conmigo y otras acaban de llegar, algunas para quedarse. Al final es una cuestión de «ajuste».
Todo empieza porque tenemos una necesidad particular en términos de productividad y buscamos herramientas que pueden cubrir esa exigencia. A continuación probamos y analizamos a fondo algunas de esas apps atendiendo a criterios básicos de productividad. Básicamente comprobamos que la aplicación hace lo que se espera de ella y confirmamos que efectivamente aporta algún beneficio a nuestra organización personal: facilita la organización, ahorramos tiempo, mejora algún proceso en particular, etc.
Cada una de las primeras herramientas que presenté cubre una necesidad particular: Things, Ready Tweet 2, JustPressRecord, Coach.me, Microsoft Teams, OneDrive/Dropbox. Ahora es el turno de comentar otra media docena de herramientas de productividad que son parte de mi día a día: TweetShot, Feedly, Microsoft OneNote, Calendario, Scrivener y Alfred.
Para avanzar en un trabajo, creativo o no, la mayoría de veces no queda otra que sentarse (o levantarse, depende) y ponerse a ello. Y especialmente en proyectos de gran envergadura, es fundamental adquirir una serie de hábitos, a veces hasta el punto de tener que establecer un horario fijo para poder progresar en determinados proyectos. Trabajo, trabajo y trabajo. Hasta cuando no apetece.
Decía Pablo Picasso que «la inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando». Si un pintor esperara siempre a que le llegara la inspiración (o las ganas de trabajar), probablemente ninguno de sus cuadros vería la luz. Y si un escritor hiciera lo mismo, tampoco pondría el punto final a ninguno de sus libros. Y precisamente sobre el proceso de escribir y las distracciones quiero hablar hoy.
Escribir requiere concentración
Escribir siempre requiere concentración. Pero lógicamente hay niveles. Para escribir un mensaje de WhatsApp o un tweet basta con poner un poco de atención a lo que escribimos. Podemos incluso hacerlo (por educación no deberíamos) mientras tenemos una conversación con alguien. Lo que está claro que este tipo de redacción de textos no supone demasiado esfuerzo y concentración.
Para escribir este artículo o para escribir unas páginas de un libro, ya la cosa cambia. En estas situaciones uno tiene una serie de ideas que desea plasmar por escrito y el proceso de elaboración es más complejo. La construcción de las frases, la elección de cada palabra o el estilo no son tareas que se puedan dejar al azar. Tampoco nos quedamos con la primera versión de lo que hemos escrito. Es habitual una revisión y un proceso de reescribir partes del contenido. En estos casos necesitamos prestar mucha más atención al texto, concentrarnos en él y, en la medida de lo posible, intentar aislarnos del resto. Quizá entonces, metidos a fondo en el trabajo, llegue la inspiración o la idea genial.
Son las ocho en punto y empezamos el lunes con un primer artículo presentando una herramienta para exprimir algo de tiempo. Decía Henry David Thoreau:
Resulta muy difícil decidir el tema que debe inaugurar este blog. Hay decenas de métodos de organización personal y cientos de aplicaciones que permiten ahorrar tiempo y ser más productivos en nuestro trabajo. Así que es posible que a muchos les sorprenda que sea un programa, y en particular un lanzador de aplicaciones, el que ocupe el primer lugar en este espacio.
Nuestra vida es desperdiciada por los detalles…simplifica, simplifica.
Comienzo con esta categoría de programas porque confieso que es el primer software que instalo en un ordenador cuando este viene de serie, vacío, sin programas instalados. Es mi primer gesto ante un ordenador recién reinstalado (incluso antes de instalar un navegador web distinto al que viene por defecto, algo bastante habitual). Una vez iniciado el sistema por primera vez, voy a Internet y descargo un lanzador de aplicaciones para comenzar a trabajar como a mí me gusta.
Una catapulta es la imagen que me sugiere el término «lanzador de aplicaciones». Para entender por qué, empecemos mejor por el principio.
¿Qué un lanzador de programas?
¿Y qué es un lanzador de aplicaciones? Es una categoría de programas que permite acceder de forma rápida y sencilla a los programas y otros recursos que tenemos instalados en nuestro ordenador. De algún modo, los lanzadores de aplicaciones mantienen actualizado un índice de todo aquello que tenemos guardado en nuestro portátil, tablet o móvil, principalmente la lista de programas, para poder acceder de forma instantánea.
Con esta herramienta ahorramos movimientos y clics de ratón para abrir un programa o un documento. Alguien pensará que solamente son unos segundos y que no merece la pena. Pero al fin y al cabo, los segundos suman minutos, que son los que siempre faltan al final del día. Desde luego, si trabajas habitualmente con tu ordenador, la herramienta es excelente: presionamos una o dos teclas y «lanzamos» (abrimos) el programa que necesitamos. Nos olvidamos de ir buscando entre menús infinitos la aplicación que necesitamos.
Reconozco que la experiencia de utilizar durante años los lanzadores de programas ha sido solo positiva, así que no puedo sino recomendar instalar uno. Es cómodo, fácil de usar y muy práctico.