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La creciente cantidad de creadores de contenido en la web es evidente, sin embargo, la calidad y el pensamiento reflexivo en la redacción de textos han disminuido en comparación con el auge de medios visuales, algunos espectaculares e instantáneos, quizá con más enganche. Además, la excesiva utilización de dispositivos, sobre todo nuestros teléfonos, y el consumo descontrolado de las redes sociales es ya una causa común de adicción. La ilustración de Victor Grandchamp que comparto en este artículo nos plantea la cuestión fundamental de si somos principalmente consumidores o creadores de contenido en línea. De algún modo, el consumo excesivo puede limitar en gran medida la oportunidad de poder dedicar este tipo a la producción de contenido de valor.
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Cuando todos son creadores de contenido
Hace unos días ironizaban en Internet con el problema al que nos enfrentaremos cuando tengamos unos años más y no haya forma de encontrar un electricista porque todos serán creadores de contenidos. Pero no hay que preocuparse: no se dedican a ello tantas personas en exclusiva y menos profesionalmente. Además, muchos de los que lo hacen a tiempo parcial, tampoco lo son. Muchos son solo usuarios con ganas de notoriedad que «ponen cosas» en Internet. Alguno incluso se autodenomina influencer, como si ser influyente o no fuera algo que uno pueda decidir simplemente indicándolo en su perfil de la plataforma de turno.
Críticas y bromas (pocas) aparte, crear y compartir contenido en Internet no solo es una actividad interesante y gratificante, sino necesaria. Si todos los usuarios nos dedicáramos simplemente a consumir información, en muy poco tiempo todo el conocimiento en la red quedaría obsoleto. Hace falta contenido, pero de calidad. Y para ser un poco más justo, diré que hay recursos de gran calidad, pero crece también la oferta de contenidos superfluos que no aporta absolutamente nada.
Hace ya muchos años que la creación de contenidos en Internet dejó de ser cosa de unos pocos. ¿Recordáis aquel concepto de la Web 2.0? Fue un término acuñado allá por el 2004 y hacía referencia precisamente a la posibilidad de interactuar y colaborar entre los usuarios, por ejemplo, creando contenidos en la red, y no solo accediendo a ellos. Algunos recordamos aquellos tiempos con tanta nostalgia que no cejamos en el empeño de escribir en un blog.
Ahora parece que tienen más tirón los vídeos en YouTube, Instagram y TikTok. Resulta ya evidente que la reflexión pausada, especialmente por escrito, ya no está tan de moda. Ya no sale a cuenta para muchos dedicar el tiempo que requiere la redacción de un texto que será leído y analizado también con calma por los lectores. Acaso, ¿alguien se suscribe todavía a blogs con RSS? Hace tiempo que triunfan los contenidos más instantáneos y visuales. Reconozco que hay medios de gran calidad en este formato, pero sigo echando de menos cierto tipo de contenidos en el medio escrito. Algunos preferimos leer sin prisa sobre un tema y no que un youtuber nos lo cuente (o nos lo grite haciendo aspavientos).
Maldito scroll infinito
El sistema operativo de los teléfonos móviles y los ordenadores puede registrar el tiempo de uso del dispositivo y los informes diarios y semanales. Los datos de muchos usuarios son preocupantes. ¿Cómo puede ser que alguien utilice su teléfono móvil durante más de 7 horas al día y se queje luego de que no tiene tiempo? Suele ser bastante habitual entre adolescentes y jóvenes, pero lo adultos tampoco nos salvamos de las estadísticas.
Este exceso de horas de uso de las aplicaciones podría estar justificado si se trata de tareas de trabajo para crear o administrar información; solo entonces podría entender los tiempos. Sin embargo, todos somos conscientes del uso indiscriminado de los dispositivos para asuntos que nada tienen que ver con el trabajo o los estudios. Nadie puede negar que las redes sociales y otras plataformas suponen una buena parte del uso del dispositivo.
El scroll infinito ha sido uno de los inventos más dañinos en la historia reciente de Internet. Pasar el día deslizando hacia arriba en la pantalla del teléfono consumiendo un sinfín de reels y stories podría parecer inimaginable hace no muchos años. Plataformas como Instagram, Facebook, TikTok o YouTube nos muestran contenidos que ni siquiera hemos decidido ver. Apenas hay opciones de filtrar aquello que queremos visualizar, así que muchas veces la única fórmula para salir del bucle es no entrar. Caer en la adicción ya no es algo excepcional.
Las aplicaciones que tenemos instaladas o las pestañas del navegador que tenemos abiertas pueden ser un buen indicador del buen o mal uso del dispositivo. Las apps nos puede dar más de una pista sobre dónde se va el tiempo que luego nos falta. De algún modo, las aplicaciones nos delatan.
¿Tú creas o consumes? Tus apps te delatan
Esta ilustración de Victor Grandchamp (@victor_bigfield) es muy reveladora y nos invita a reflexionar sobre qué tipo de usuario somos. ¿Eres creador o consumidor? No se trata de elegir una u otra opción, porque todos tenemos seguramente algo de creador y algo de consumidor de información. La cuestión es hacia donde se inclina la balanza.
Desde luego, con los niveles preocupantes de consumo de contenidos irrelevantes de los que tenemos noticia, es difícil que quede algo de tiempo para invertirlo en crear contenidos. Echando un vistazo a las aplicaciones que aparecen en la ilustración, uno se pregunta cuántas ideas interesantes se quedaron sin anotar en Notion, cuántos correos electrónicos con valor no se enviaron, cuántas productos innovadores no nacieron del trabajo colaborativo en Slack, cuántos boletines con información relevante no llegaron a otros usuarios y cuántos productos nunca se monetizaron con Stripe. Todo esto habría sido posible si en lugar de caer en la trampa de las redes sociales, hubiéramos puesto nuestro interés, tiempo y energía en herramientas mucho más productivas que realmente generan contenido y aportan valor.
Menos ver y más hacer. El caso es que, si todos son creadores de contenido, nadie es creador de contenido. Sobran y faltan creadores de contenidos. Sobran los que no lo son, y faltan los que podrían serlo para crear y compartir contenidos de gran calidad.
8 ideas y herramientas para crear, organizar y publicar tu contenido
Todo el mundo conoce Instagram o YouTube, así que no hace falta presentar estos medios.
- Notion es una fantástica herramienta para organizar cualquier tipo de información en diversos formatos. Es tan completa, que resulta complicado resumir todo su potencial. Muchos creadores de contenido planifican, guionizan y administran su contenido usando esta herramienta.
- WordPress es un conocido CMS (Content Management System, en español, Sistema de Gestión de Contenidos) con el que puedes crear y diseñar un blog. Por tanto, prima en WordPress el medio escrito. Puedes crear una cuenta gratuita en www.wordpress.com, pero también puedes descargarlo en www.wordpress.org para instalarlo en tu propio servidor.
- iVoox es una plataforma muy versátil que conecta a creadores de contenido de audio con su audiencia. Si tu proyecto es sonoro, iVoox es una buena alteranativa para publicar tus podcasts.
- Patreon es la plataforma por excelencia para mecenazgo o financiación colectiva (crowdfunding). Es decir, como creador puedes obtener un ingreso sostenible y directo de tu audiencia o comunidad, a cambio de contenido exclusivo o recompensas personalizadas.
- Buy Me a Coffee es una alternativa o complemento a Patreon. En lugar de solicitar pagos mensuales o suscripciones, como creador puedes invitar a tus seguidores a «comprarte un café» como gesto de agradecimiento por tu trabajo.
- YouTube no necesita presentación. Es la plataforma de referencia para cargar, compartir y distribuir videos en una variedad de temas y formatos. En general, se trata de vídeos más cuidados y más profesionales, aunque de todo hay. En esta plataforma puedes mantener tu canal y tienes la oportunidad de poder monetizarlo.
- Instagram tampoco necesita muchas referencias ni carta de presentación. También es una plataforma para crear y publicar vídeos y fotografías, pero es cierto que los creadores de contenido que la eligen suelen utilizar el formato vídeo para conectar con su público. Instagram es más directo, sin tantas exigencias de edición como se suele esperar de un canal en YouTube.
- X (antiguo Twitter) también es un buen espacio para compartir contenidos, por ejemplo, con los populares hilos. Sin ir más lejos, hay escritores que publican allí sus historias. Muchas veces, lo bueno, si breve, dos veces bueno.
Estas son solo algunas herramientas que permiten a cualquier usuario empezar a crear contenido para Internet. No requieren de un gran conocimiento informático previo. Lógicamente, el catálogo de plataformas y programas para compartir nuestras ideas es enorme.
Lo importante es empezar y lanzar tu proyecto. Ya habrá tiempo de ir perfilando, aprendiendo y mejorando. Este blog tuvo también su primer día y sigo aprendiendo con cada artículo. Si esperas a tener el producto perfecto, nunca darás el paso. Esta obra, también de Victor Grandchamp, lo ilustra a la perfección.
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